viernes, 11 de noviembre de 2011

EL COMANDANTE HUMALA EN SU LABERINTO, Y EL PERÚ TAMBIÉN

Durante la campaña presidencial nos dio cierto malestar ver al
comandante Humala salir contrito y con un rosario en la mano al término de su reunión con el cardenal Cipriani, representante de la más represiva e hipócrita Iglesia y cómplice de Fujimori en sus crímenes contra los Derecho Humanos. “París bien vale una misa” dijo Enrique IV al reconocer que su trono pasaba por la aprobación de la Iglesia, quizá los sabios asesores de la campaña de Humala coincidirían con esa opinión. Otro curioso hecho sucedió cuando Vargas Llosa, vocero del neolibelarismo a ultranza, le dio su apoyo ante la campaña alarmista del grupo El Comercio que acusaba diariamente a Humala de ser comunista, chavista y capaz de expropiar la propiedad privada. En este caso Humala pudo decir que el enemigo de tu enemigo es tu amigo y aceptó el apoyo de MVLL archienemigo de Fujimori.
Esos dos incidentes los guardamos en el disco duro y prestamos nuestra atención a la esperanza que despertó Humala cuando prometió repetidamente un programa de inclusión social para las mayorías minorizadas durante siglos por el poder económico y social. También nos agradó que en el debate final con Keiko prometiese cumplir con reparaciones a las víctimas del “conflicto armado” y de llevar a los tribunales a los culpables de la esterilización forzada de 300,000 mujeres en su mayor parte pobres y quechua hablantes. Hasta allí la campaña.

Puesto ya en el gobierno, todas las alarmas saltaron cuando personajes del equipo económico del corrupto e insolidario gobierno de Alan García permanecieron con Humala. También pactó con el ex presidente Toledo, cuyo gobierno olvidó totalmente la inclusión social, la educación, la sanidad y la reconciliación del país, todo lo que Humala prometió remediar. El “felipillo” Toledo también logró poner algunos miembros de su partido en posiciones claves en el gobierno del comandante, y su bancada le da respaldo en el congreso. Todo esto no deja de ser preocupante, confirmaría que la estrategia económica continuará y no habrá dinero para reparaciones ni una sería estrategia de inclusión social. Y que no digan que el posible impuesto minero es un cambio de estrategia económica porque no lo es. Esa medida, tibia e insuficiente, ya estaba asumida por las empresas mineras y tiene la bendición de El Comercio y las fortunas criollas.
El segundo frente que inquieta es la gran purga que realizó a la plana superior de las FF AA y Policía para reemplazarlos con compañeros de su promoción y personas de confianza que aseguraría la fuerza necesaria para acabar con cualquier posible malestar político y, además, evitar el escandaloso retraso de la investigación judicial por los miles de casos de asesinatos, torturas, violaciones, desapariciones y desplazamientos forzados durante el periodo llamado “conflicto armado”. Esto no es una conjetura, los ministros de Defensa y de Trabajo, han hecho declaraciones atacando a las ONG que defienden heroicamente los DD HH, han pedido pasar página en aras de la reconciliación nacional, como si las decenas de miles de familiares de las víctimas fuesen amnésicas. Uno de los ministros, el de Trabajo, ha llegado a pedir indulto para todos, para Fujimori, Montesinos, Abimael Guzmán. Estos globos de ensayo no han sido nunca desmentidos o desautorizados de manera contundente ni por Humala ni por su Primer Ministro.
Felizmente hay un sector del gobierno del comandante Humala que responde a lo que prometió en campaña. El ministro de Justicia es una persona que sabe lo que tiene que hacer para defender los Derechos Humanos, así mismo la Comisión Multisectorial de Alto Nivel CNAM está en buenas manos.
Humala no acaba por decidirse por dónde va a salir de este laberinto formado por: 1) El grupo económico tecnócrata friedmanita e insolidario. 2) El mando de las fuerzas armadas temeroso de la justicia y enquistado en valores novecentistas. 3) El grupo leal al programa progresista y democrático de la campaña presidencial. Lo que está claro es que Humala no puede continuar rezando a dios y al diablo, el pueblo peruano ya no es tonto ni paciente, ya esperó mucho.
Los que votamos por Humala, votamos no por un hombre sino por una idea, un programa, una esperanza. Eso fue lo que decidió su elección y se logró porque no dimos nuestro voto a la marioneta del presidente condenado por asesino y corrupto. Tampoco votamos por Pedro Pablo Kuczynski sicario económico de nacionalidad estadounidense perteneciente al peor ganado de los establos financieros internacionales. Tampoco votamos por Toledo representante de capitalismo criollo.
Ante este incierto panorama no solamente es lógico sino necesario que preguntemos en qué laberinto está metido el comandante Humala y cómo saldrá de él. Al final con quién quedará mal, ¿con la derecha capitalista?, ¿con sus compañeros de armas?, ¿con el pueblo que lo eligió? Nos pondrían en un grave apuro si nos obligaran a predecir su preferencia en este instante. Desearíamos decir que el pueblo saldrá ganando pero no tenemos mucha convicción que así sea. Del grupo progresista y solidario que está en el gobierno solo sabemos sus honestas intenciones pero no si tendrán el presupuesto y el respaldo necesario para cumplir sus objetivos. Eso dependerá de los friedmanitas neoliberales expertos en causar crisis económicas que empobrecen al pueblo a costa de enriquecer a las grandes fortunas. Por eso nos preocupa e irrita que recientemente el capataz de ese grupo en el Perú, el estadounidense PPK se haya desecho en elogios al hablar sobre la política económica del comandante Humala. ¿Cómo es posible esto? Un hombre que se supone está en las antípodas de la política prometida por Humala, es ahora su admirador. ¿Quién se equivoca?, ¿Humala o PPK? Parecería que perderá Humala ya que los sicarios económicos no se equivocan nunca. En todo caso estamos en un laberinto. Uno muy grande. Militares enquistados en sus privilegios y temerosos de la justicia para todos. Financieros neoliberales a cargo de las riendas económicas. Y un pueblo hasta ahora preocupado del laberinto en que nos ha puesto el comandante Humala.
Lo que está claro es que el respaldo que obtuvo nuestro presidente no es una abdicación de la voluntad del ciudadano. Si Humala no sabe cómo salir del laberinto, las calles se llenarán de indignados para refrescarle la memoria. Al momento de escribir esto hay una huelga magisterial en Ayacucho reclamando cumplimiento de promesas salariales y varias huelgas en distintos puntos del país en contra de empresas mineras contaminadoras. Hace pocos días el gobierno envió una fuerza policial a Apurímac para debelar una huelga, resultando heridos más de 38 ciudadanos y la huelga sigue con más fuerza.
¿Saldrá Humala de su laberinto, de nuestro laberinto?
Ojalá.
HM