miércoles, 22 de agosto de 2018

75 ANIVERSARIO DEL COLEGIO MILITAR LEONCIO PRADO. HOMENAJE DE SU GLORIOSA VII PROMOCIÓN (1952)




(1952, EL CMLP INAUGURA EL ESTADIO NACIONAL)

Ingresamos en el CMLP cuando su organización había adquirido una total madurez a 7 años de su inauguración. Todo funcionaba: por un lado ya se habían integrado al sistema luminosos profesores, muchos de ellos catedráticos universitarios, que fueron escrupulosamente escogidos tanto por su talento como por su capacidad docente. Cada clase impartida era un lujo oírla. Por otro lado, los militares asumieron una misión difícil que no estaba en sus currículos castrenses, tuvieron que aprender a educar  a muchachos en la edad más difícil, aquella en la que todo se considera posible.

La pregunta que nos debemos hacer ahora que nuestra octogenaria edad nos da una perspectiva más correcta de la vida es: ¿de qué sirvió nuestro paso por el CMLP?  A diferencia de resúmenes tendenciosos de elitismo petulante que usualmente se hacen al hablar de las promociones, no creo que el valor de la nuestra se deba medir porque hayamos tenido un compañero que al segundo año abandonó el colegio porque no le gustó y terminó obteniendo  merecidamente el Nobel de Literatura, tampoco se debe medir porque hayamos tenido en nuestras filas destacados profesionales en todas las carreras liberales, ni porque que muchos de los nuestros hayan llegado a los más altos mandos militares. No, esos compañeros nos llenan de orgullo pero no fue lo más importante que forjó el CMLP en los 352 cadetes que tuvo la VII promoción.  
La cosa más trascendente que aprendimos al vivir juntos tres años en el CMLP fue que el Perú es diverso, que está formado por diferentes razas, colores, acentos, tallas, religiones, y que de nada servía si venías de una familia acomodada o pobre, todos éramos iguales y compartíamos los mismos retos,  deseos, sentimientos y temores. Esta singular experiencia nos hizo tener una visión privilegiada de lo que realmente es el Perú.
Pero, además, el CMLP fue importante porque nos hizo ser buenos ciudadanos, personas honestas, trabajadores responsables, disciplinados y dejar al lado las taras que impiden el desarrollo de nuestro país, como es la corrupción, la deshonestidad y la discriminación. Si en algo hemos destacado los miembros de nuestra promoción ha sido por llegar a ser buenos peruanos y esto es más importante que decir que algunos ocuparon altos cargos o que se hicieron ricos o famosos. Sí, porque es posible ser un buen peruano sin importar la suerte que la vida te ha deparado. A nuestra edad podemos constatar que tanto el éxito como el fracaso son pasajeros, el verdadero orgullo es llegar a ser una buena persona, un padre responsable, un ciudadano honesto y solidario que ama a su país. Estas cualidades son el mayor triunfo que ha obtenido nuestra VII promoción, autodenominada con la pretensión propia de la juventud “La Gloriosa”.  
Y así, los pocos octogenarios sobrevivientes de nuestra promoción se reúnen periódicamente en el Café Haití de Miraflores para intercambiar recuerdos y cariño. Algún día espero unirme a ellos para cantar “Alto el pensamiento como una bandera, encendida el alma como azul hoguera, recio el corazón”, porque lo bien aprendido no se olvida.
Gracias querido CMLP por haber hecho que seamos mejores peruanos.

Herbert Morote Rebolledo, por encargo de “La Gloriosa VII promoción”. 

(MANIOBRAS MILITARES EN ANCÓN, DIC 1952) 



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