Todavía está fresca en la memoria de los peruanos el saqueo desvergonzado y alevoso realizado por el gobierno aprista al final del primer mandato de Alan García en 1990. Los funcionarios y empleados apristas se llevaron todo lo que pudieron: muebles, ventiladores, máquinas de escribir, en fin todo, sin importar que fuese papelería rotulada de los ministerios, papel higiénico y hasta las puertas con sus bisagras. Fue el broche de oro de los robos que hicieron sus jefes, desde el presidente para abajo. Con ese saqueo imitaron lo que dicen en México sobre el último año de sus presidentes, lo llaman el “Año de Hidalgo, porque es un p...… el que deja algo”. En el Perú se puede llamar el “Año de García, el que no roba, pilla”.
En efecto, Alan García, convicto por la justicia en varias causas que manipuló para que prescribiesen, ha dado el pistoletazo de salida para saquear los bienes de la Nación. Así pues, entre gallos y medianoche ha promulgado los Decretos de Urgencia, 001 y 002 sin pasar el trámite ordinario del Congreso y sin exponerlo a la opinión pública. En esos Decretos Urgentes, Alan García ha aprobado concesiones y privatizaciones de infraestructuras estratégicas del país. Esos decretos declaran de “necesidad nacional y de ejecución prioritaria” para la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (ProInversión), de 33 proyectos que incluyen puertos, aeropuertos, carreteras, gasoductos, y hasta redes de banda ancha y fibra óptica en todo el país.
El escándalo es de tal calibre que la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, se ha visto obligada a intervenir, y declarar que esos Decretos Urgentes son inconstitucionales y se ha dirigido al Gobierno para que los deje sin efecto. Veamos otras acusaciones de Beatriz Merino
• Si se cumplen esos decretos “la certificación ambiental ya no será un requisito previo para la obtención de las autorizaciones administrativas de las autoridades competentes”.
• “Por consiguiente, el estudio de impacto ambiental puede convertirse en una mera formalidad, lo cual es inaceptable”.
• “Para la obtención de una licencia de uso de agua y concesiones definitivas para la generación de energía hidroeléctrica, la certificación ambiental ya no será un requisito previo”.
En cualquier otra parte del mundo estos Decretos de Urgencia hubieran causado una revolución de consecuencias impredecibles. Uno no puede quedarse sentado viendo la evidente corrupción del gobierno para enriquecer a unos cuantos a costa de la destrucción del medio ambiente de todos. Pero hay más, mucho más: las concesiones de puertos, carreteras, gaseoductos, y licencias de bandas anchas y fibra óptica, se las darán a sus amigotes, socios, o empresarios dispuestos a sobornarlos.
Otro escándalo igualmente grotesco es el silencio que guardan los medios de comunicación ante el expolio de nuestros bienes nacionales. Salvo un artículo en La Primera, este robo descarado no ha merecido una primera plana, y menos una campaña mediática. Los lobbies de las empresas que se beneficiarán con estos Decretos Urgentes se han movido con rapidez para que los medios hablen de otras cosas y nos entretengan con chismes baratos o encuestas presidenciales intrascendentes.
¿Qué hacer entonces?
Lo primero, es difundir la noticia a ver si la juventud despierta de su letargo inducido. Solo los jóvenes podrán salvar al país, los viejos a la tumba, diría Gonzáles Prada. Ya estamos muy contaminados, preferimos hablar de cebiches, telenovelas o fútbol.
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=79206
Juventud ¿dónde estás? ¡Despierta! Si estás viendo la TV, mira lo que hace la juventud egipcia.
Herbert Morote
En efecto, Alan García, convicto por la justicia en varias causas que manipuló para que prescribiesen, ha dado el pistoletazo de salida para saquear los bienes de la Nación. Así pues, entre gallos y medianoche ha promulgado los Decretos de Urgencia, 001 y 002 sin pasar el trámite ordinario del Congreso y sin exponerlo a la opinión pública. En esos Decretos Urgentes, Alan García ha aprobado concesiones y privatizaciones de infraestructuras estratégicas del país. Esos decretos declaran de “necesidad nacional y de ejecución prioritaria” para la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (ProInversión), de 33 proyectos que incluyen puertos, aeropuertos, carreteras, gasoductos, y hasta redes de banda ancha y fibra óptica en todo el país.
El escándalo es de tal calibre que la Defensora del Pueblo, Beatriz Merino, se ha visto obligada a intervenir, y declarar que esos Decretos Urgentes son inconstitucionales y se ha dirigido al Gobierno para que los deje sin efecto. Veamos otras acusaciones de Beatriz Merino
• Si se cumplen esos decretos “la certificación ambiental ya no será un requisito previo para la obtención de las autorizaciones administrativas de las autoridades competentes”.
• “Por consiguiente, el estudio de impacto ambiental puede convertirse en una mera formalidad, lo cual es inaceptable”.
• “Para la obtención de una licencia de uso de agua y concesiones definitivas para la generación de energía hidroeléctrica, la certificación ambiental ya no será un requisito previo”.
En cualquier otra parte del mundo estos Decretos de Urgencia hubieran causado una revolución de consecuencias impredecibles. Uno no puede quedarse sentado viendo la evidente corrupción del gobierno para enriquecer a unos cuantos a costa de la destrucción del medio ambiente de todos. Pero hay más, mucho más: las concesiones de puertos, carreteras, gaseoductos, y licencias de bandas anchas y fibra óptica, se las darán a sus amigotes, socios, o empresarios dispuestos a sobornarlos.
Otro escándalo igualmente grotesco es el silencio que guardan los medios de comunicación ante el expolio de nuestros bienes nacionales. Salvo un artículo en La Primera, este robo descarado no ha merecido una primera plana, y menos una campaña mediática. Los lobbies de las empresas que se beneficiarán con estos Decretos Urgentes se han movido con rapidez para que los medios hablen de otras cosas y nos entretengan con chismes baratos o encuestas presidenciales intrascendentes.
¿Qué hacer entonces?
Lo primero, es difundir la noticia a ver si la juventud despierta de su letargo inducido. Solo los jóvenes podrán salvar al país, los viejos a la tumba, diría Gonzáles Prada. Ya estamos muy contaminados, preferimos hablar de cebiches, telenovelas o fútbol.
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/noticia.php?IDnoticia=79206
Juventud ¿dónde estás? ¡Despierta! Si estás viendo la TV, mira lo que hace la juventud egipcia.
Herbert Morote
Ojala aca en Santiago ,existiera otro herbert Que no fuera politico demagogico para ir aclarando el porvenir de Chile ,La politica neo liberal impuesto por nuestros patrones que la concertacion no fue capaz de cambiar ,menos lo va ser este gobierno Liberal Concervador confecional ,sigue adelante con aclarar la corrupcion que tratan de acallar los gobernantes fuerza Morote
ResponderEliminarLas empresas que brindan servicios medio ambientales tambien estan confabuladas con las mineras y empresas de hidrocarburos y constructoras, la corrupción ha copado todos llos estratos de la sociedad y los jovenes geografos, geologos, antropologos y arqueólogos ahora son titeres de lo que manden y requieran estas empresas, he sido testigo y tengo pruebas de como le dan ubicaciones y áreas falsas a los sitios arqueológicos para dejar la cancha abierta a estas empresas para realizar explosiones de sísmica en áreas intangibles y lo peror de todo es si denuncias estas actividades ni el ministerio de cultura te escucha y que decir del colegio de arqueólogos, solo te toman por un loco,pero yo creo que ya no hay salida con revoluciones o alzamientos, en Egipto no creo que la salida de Mubarak, solucione la grave crisis que vive este pais, aquí en Perú los revolucionarios asesinaban a gente campesina, indefensa, al igual que en otros movimientos revolucinarios llevados a cabo en diferentes paises, yo creo que ya todos estamos constaminados y enfermos y la limpiesa la generara la misma naturaleza como ya sucedio en el pasado con cataclismos de gran intensidad y con la consiguiente destrucción de todo el sistema impuesto.
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