(Regreso a mis
filípicas luego del largo lapso dedicado a publicar en el Perú el libro “Todos
contra la verdad”)
Da rabia leer en el
“prestigioso” diario El Comercio (76% del mercado) las barbaridades que escribe
una de sus estrellas editorialistas confiado en la ignorancia de sus lectores o
en la fatiga claudicante de intelectuales que, cansados de que no publiquen sus
protestas, prefieren quedarse callados. Me refiero a Carlos Adriazén que, para
taparnos la boca, ponen debajo de su nombre que es nada menos Decano de la
Facultad de Economía de la UPC.
La UPC es la sigla de la -Universidad
Peruana de Ciencias Aplicadas-, una de las muchas empresas educativas con desmedido
afán de lucro cuya creación promovió el archicorrupto presidente Fujimori y que
luego fueron consentidas por sus sucesores. Estas universidades están llenando
los bolsillos de sus propietarios a costa de esquilmar a estudiantes ingenuos. En
otra oportunidad me referiré a este escándalo, basta por ahora con adelantarles
que según la revista Caretas del 15 de mayo de este año, Luis Cervantes Liñán
rector de la -Universidad Inca Garcilaso- gana 4.7 millones de dólares al año. Es
decir cinco veces más que el rector de Harvard (875,000) o el de Princeton
(902,000). Así se las traen los rectores
de la universidades privadas del Perú. No sabemos cuánto gana el rector de la
UPC ni cuánto sus socios porque en un rasgo propio de países tercermundistas
donde la corrupción impera, en el Perú las universidades privadas no publican
sus presupuestos, actúan totalmente opacas, no muestran la mínima transparencia
de su gestión. ¡Viva la explotación del estudiante! ¡Viva el robo!
Por cierto, aunque den pena
por falta de apoyo estatal, todas las maltrechas y empobrecidas universidades
nacionales sí publican sus presupuestos.
Así vamos con la economía neoconservadora que se ha implantado en este
país: las universidades nacionales muestran su miseria económica y nadie dice nada,
y las universidades privadas ocultan sus abusivas ganancias y nadie tampoco
dice nada.
Ya desde de su mismo nombre,
“Ciencias Aplicadas”, la UPC indica una
intención dolosa. No crean que enseñan materias como la biotectnología, una multidisciplina que emplea
la biología y la química para el desarrollo de productos medicinales,
alimenticios, farmacéuticos, etcétera. O crean que en que la UPC se enseña
nanotecnología para el control y manejo de la materia a nivel de átomos y
moléculas. Qué bueno sería tener en el Perú una entidad que enseñase ciencias
aplicadas, pero eso es soñar.
Lo que enseña la -Universidad
Peruana de Ciencias Aplicadas- son carreras que se pueden encontrar en cualquier
otra universidad, entre ellas: Hotelería y Turismo, Artes Contemporáneas,
Derecho, Diseño, etc. ¿Dígame usted qué “ciencia aplicada” se necesita para
ejercer esas profesiones? ¿No es más bien claro que desde su nombre algo huele
a podrido en la UPC?
Pero no nos salgamos del tema
de Carlos Adrianzen. El decano de la Facultad de Economía publica generalmente
en la primera página de El Comercio tal cantidad de basura que llenaría la
pampa de Amancaes. Veamos un par de
ejemplos:
1) En su artículo publicado
en El Comercio el 26 de setiembre de 2012 con el título “La enfermedad keynesiana”, el decano de la
Facultad de Economía dice que estamos pasando “días de una fuerte reacción keynesiana” porque tanto los bancos
alemanes al haber invertido en países como Grecia y otros “complicarían la suerte económica germana por algún tiempo”, como porque “a punta los maquinazos de la reserva
federal, el Tesoro estadounidense arrastra un déficit fiscal de una escalada
difícil de mantener.”
No diré un economista
principiante sino hasta el más ignorante hombre de la calle europeo se mataría
de risa si se enterase que un decano de economía peruano acusase a Alemania de keynesiana.
Esta Alemania que invoca la austeridad a pesar de dejar en la calle a millones
de europeos, y cuyos bancos prestaron, es verdad, a Grecia pero para comprar
entre otras cosas dos submarinos y 400 tanques, es un ejemplo de lo que
quisiera hacer el Tea Party en el mundo. Por otro lado el dinero que inyectó
Obama en el mercado nunca llegó a los niveles que recomendaban los modernos
economistas neokeynesianos como Paul Krugman porque el partido Republicano se
opuso. Aún así EEUU pudo recuperar el empleo y su economía a niveles anteriores
a la crisis. No menciona el decano Adrianzén, que la bancarrota bancaria fue
originada por la falta de control del Estado en las instituciones bancarias privadas,
a las que rescató con una sola excepción (Lehman Brothers), confirmando la
práctica capitalista: “se nacionalizan
las pérdidas y se privatizan los beneficios”.
Pero el egregio decano de
Economía de la UPC no se contentó solo con mentir, sino que quiso educar a sus
lectores sobre el pensamiento de John Maynard Keynes y dice que “La prescripción keynesiana es intuitiva: se
debe socializar la inversión”.
Tamaña barbaridad me abruma.
Es como tratar de replicar a alguien que diga que la tierra es plana. Cómo
puede el decano tener la frescura de decir eso y salir a la calle sin miedo a
que le arrojen tomates. Siendo conciso para no aburrir al lector, diré que
Keynes proponía que el Estado invirtiese en tiempos de crisis para evitar que
la falta de inversión privada reduzca el empleo y por ello el consumo, y por
ello la paralización del aparato productivo. En ningún momento Keynes recomendó
al estado competir ni desplazar al capital privado.
Cualquier mediocre alumno de
-Economía Uno- de cualquier mediocre universidad del mundo sabe bien lo que
dijo Keynes, por lo tanto nos preguntamos, ¿cómo es posible de Carlos
Adrianzén, Decano de Economía de la -Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas-
escriba esas mentiras? Paul Krugman, premio Nobel de Economía comentando casos
similares se pregunta si estos profesores son ignorantes o canallas. Ignorantes
no pueden ser ya que algo de economía deben saber, lo cual nos lleva a la
segunda alternativa. Esto confirma cómo se venden conciencias y plumas para
promover el pensamiento neoconservador auspiciado por capitalistas que quieren
perpetuarse en su cúspide comprando lo que sea a precio barato. Esta práctica es
fácil en un país donde todos están dispuestos a venderse. (Leer -Historia de la
Corrupción en el Perú- de Alfonso Quiroz)
La continuación de este artículo estará
disponible dentro de unos días.
Me alegra estar de regreso a
mis filípicas.
Herbert Morote
21 de junio de 2014