Me van a tener que disculpar muchos amigos intelectuales y
personalidades a quienes respeto y admiro por sus honradas trayectorias
profesionales, pero la propuesta de un referéndum para mejorar las
instituciones del país no va eliminar la corrupción impregnada desde tiempos
inmemorables y agudizada en las últimas décadas. Tampoco va a mejorar la brecha
cada vez más amplia entre las clases ricas y las pobres. Y menos logrará que pensemos
que la educación es algo básico para levantar un país.
El problema no son las leyes, es la gente. Decía alguien que la única
ley que falta en el Perú es la que ordene: “cúmplanse todas las leyes”. Veamos,
¿quién va implementar la nueva Constitución?, ¿quién va poner en orden al Poder
Judicial y contratar jueces honrados que deseen vivir solamente de su sueldo?, ¿quién va a mejorar la Educación, la Sanidad,
la Seguridad Pública, sin aumentar impuestos a tantas empresas y personas que
no los pagan o pagan poco?
La respuesta inequívoca a lo que se tiene que hacer es que son los mismos
peruanos los que deben resolver esos problemas. ¿Pero dónde están esos peruanos? ¿Dónde? ¿No
son los mismos que los que tienen su mente absorta por el fútbol o entretenidos
en su celular hablando babosadas? ¿No
son los mismos que llenan las redes sociales de groserías o dedican horas
haciendo memes sin importancia? ¿No son los mismos que pasan horas en
desplazarse a su trabajo para llevar el pan a su casa mientras están expuestos
a que les roben o las manoseen?
El año 1993 escribí el libro “Réquiem por Perú mi Patria” que fue
reeditado en 2004 (http://www.herbertmorote.com/requiem2004.asp). Algunos dijeron que exageraba, que era
un fatalista incurable, un catastrofista. No sé lo que dirán ahora que
desgraciadamente se han cumplido mis peores pronósticos. Por mi parte no me
siento orgulloso de vaticinios que la realidad mostró que eran modestos,
considerando que todos los presidentes aún vivos están procesados, presos o
fugados de la justicia.
Ante la avalancha de detractores a ese libro, algunos de ellos jóvenes
universitarios, escribí en 2006 el libro –Pero…
¿tiene el Perú salvación?– http://www.herbertmorote.com/tiene_peru.asp aquel que El Comercio consideró como
uno de los mejores libros publicados ese año. Pues bien en ese ensayo analizaba
el asunto de la educación como único medio para progresar. Por supuesto que no
se ha hecho nada, las universidades nacionales siguen con unos presupuestos
miserables, y casi la totalidad, sí, casi la totalidad de las universidades
privadas son una estafa, sin profesores calificados porque no los hay, sin
bibliotecas, sin trabajos de investigación. Ah… eso sí, producen enormes
ganancias a sus dueños, quienes lo emplean para financiar sus carreras
políticas. A ver.. ¿quién se atreve a cerrar esos cientos de universidades desparramadas hasta en
recónditos pueblos creando malsanas esperanzas en la juventud? ¿Lo hará el
referéndum? ¿Podrá el referéndum aumentar el sueldo mínimo de la clase
trabajadora o mejorar la calidad del agua potable y darla a todos los peruanos?
¿Podrá el referéndum hacer que los policías no trabajen sus horas libres o vacaciones
sirviendo a particulares y sean más eficientes y honrados? ¿Podrá el referéndum
cambiar nuestra economía extractivista y convertirla en una economía moderna de
transformación y de servicios eficientes? ¿Podrá el referéndum hacer que bajen
las medicinas, que son las más caras del mundo como varias veces se ha
denunciado? ¿Podrá el referéndum hacer que bajen los intereses de tarjetas
bancarias que son de 120% o más al año? No, para eso no se necesita referéndum,
se necesita valor y honradez.
Los peruanos siempre han creído que el candidato presidencial llámese
como se llame iba a resolver todos los problemas del país. Ahora cree que es el
referéndum. Eso son sueños de opio. Lo único que salva a un país es un pueblo
educado, fijémonos por ejemplo en Corea del Sur, que después de la II Guerra
Mundial tenía un 60% de analfabetos y ahora es una potencia mundial gracias a
su educación.
Es verdad que gran parte de la educación está en manos de la familia,
pero la otra parte es responsabilidad del Estado que hasta ahora no ha podido,
o más bien no ha querido, o mejor aún ha obedecido a las presiones de los
intereses económicos para mantener a un Perú ignorante con la excusa de que no
hay dinero.
El referéndum que se pretende es otra cortina de humo sobre la verdadera
realidad nacional.
Herbert Morote
11 de septiembre de 2018