LOS INSACIABLES.
FILÍPICA 2. Clasificación de la
sociedad
(Primera parte)
Juan: me alegra haberte dejado por lo menos inquieto. Sin embargo, de qué
serviría darte nombres de los responsables de nuestra decadente situación sin
haberte explicado antes cómo llegué a descubrirlos. Temo, por tanto, que
deberás recorrer los mismos vericuetos por los que he transitado. Además, conociendo
tu innata incredulidad para lo evidente y tu acérrima fe en lo impalpable, no
tomarías conciencia del engaño en que te encuentras y seguirías sin hacer nada
cuando la única manera de salir de la mentira requiere conocer previamente la
verdad. Basta de palabrerías, entremos en materia.
En esta filípica compartiré contigo las razones por las que es necesario
buscar una nueva manera de clasificar a la sociedad y luego te contaré de qué
manera pienso organizar el tema en mis correos.
Intentar de clasificar a la sociedad no es nada nuevo, desde tiempos inmemoriales
han clasificado a las sociedades con el fin de administrarlas, manipularlas,
educarlas o indoctrinarlas. Dada mi condición tengo que ahorrar todo el tiempo
posible, por ello no me detendré en analizar términos con los que creo estás
familiarizado. Saltaremos olímpicamente el Ancien
Regime con su nobleza, casta militar, clero, comerciantes y pueblo llano.
Haremos otro tanto con las clasificaciones comunistas y el triunfo del régimen
soviético que hizo proletarios a los burgueses, y a los proletarios más
proletarios, más temerosos y más obedientes, mientras que los jerarcas del
partido vivían como querían. También evitaremos entretenernos en la división de
la sociedad que se usa en esto que llaman democracia: clase alta, media y baja,
porque no incluye el extremo al que
hemos llegado ni da pistas sobre quién dirige realmente la política de los
países. Mira que llamar “clase alta” aquellos exageradamente ricos es algo difícil
de digerir. ¿Puedes imaginar que haya decenas de individuos cuya fortuna ronde
los 40,000,000,000 de dólares? Para que entiendas mejor la cifra la diré en palabras:
¡cuarenta mil millones de dólares! ¿Te imaginas el poder que pueden tener estos
individuos?
En cuanto a la “clase media”, ¿quién reconoce su importancia aparte del
gobierno y las empresas? Los primeros a la hora de subir los impuestos. Los
segundos para hacerles comprar lo que no necesitan. Finalmente, ¿a quién le preocupa
la “clase baja” mientras se la mantenga ignorante y entretenida con la TV?
La frustración es que ningún ordenamiento o clasificación sirve ahora para
entender lo que está sucediendo. Decimos que vivimos en una democracia pero el
voto de la gente no se toma en cuenta, al final el gobernante elegido no
cumplirá sus promesas. Pensamos que hay libertad de expresión cuando solo se
lee lo que el poder quiere. Creemos que los gobiernos tienen la culpa de todo
sin darnos cuenta de que están atados por fuerzas económicas que se esconden
bajo la palabra “mercado”. Vemos que se invaden países causando centenas de
miles de inocentes víctimas civiles y dicen que es para protegerlos. La verdad
es que no identificamos claramente quiénes son los que realmente mandan ni por qué
los obedecemos. No, ninguna clasificación de la sociedad nos ayuda a comprender
lo qué pasa y por qué pasa.
Demos pues un salto adelante para considerar estas preguntas: ¿qué es lo
que lleva a algunas personas a enriquecerse más y más, cueste lo que cueste sin
miramiento alguno por la ley, la ética o la solidaridad, aprovechando que la mayoría de la gente no se interesa por nada
que no sea mirar por su programa favorito? ¿Porqué las denuncias sobre
genocidios, enriquecimientos ilícitos, destrucción de la naturaleza, invasiones
ilegales a países débiles no hacen reaccionar a la opinión mundial? Podíamos seguir
hasta el infinito preguntándonos sobre asuntos que se hacen incomprensibles
tanto por su acción en sí como por la parálisis de la gente. Quizá hay
respuestas para todo, pero la clasificación de la sociedad en alta, media y
baja no es una de ellas. Agrupar a la sociedad de acuerdo a sus ingresos
económicos no indica nada. En un hogar de la clase alta los padres pueden ser insaciables
a pesar de que tienen todo, y los hijos pueden ser indolentes salvo para la
droga. Por otro lado, en un hogar pobre los padres pueden ser muy trabajadores
y los hijos perezosos, o viceversa. En la clase media hay gente que se empeña
en reclamar sus derechos sufriendo las consecuencias de su disidencia mientras
la mayoría no levanta una dedo para cambiar algo. En otras palabras, la
clasificación de la sociedad actual no nos sirve para entender su
comportamiento, sus motivaciones, sus ambiciones.