Un incesante
goteo de mentiras a través de toda nuestra historia reciente ha logrado que los
peruanos crean que las universidades públicas son malas. Que mejores son las
universidades privadas. ¿Es verdad eso? ¿No será que al poder económico le ha
molestado siempre las protestas contra los abusos del gobierno en turno que suelen
hacer estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, de la
Universidad Nacional de San Agustín en Arequipa, de la Universidad Nacional de
San Antonio Abad en Cusco o de la Universidad San Cristóbal de Huamanga?
La oligarquía
peruana, que siempre ha movido a sus títeres del gobierno, viene desde hace
muchas décadas asfixiando los presupuestos de las universidades nacionales,
deseando que no funcionen o que funcionen precariamente. Y si no han logrado
todavía desaparecerlas es gracias a un profesorado comprometido con su labor
educativa.
Si damos una
mirada a las mejores universidades de Latinoamérica y constataremos que en
todos los rankings aparecen universidades nacionales en los primeros puestos.
Sí, y repito: las mejores universidades de Latinoamérica son nacionales. Entre
ellas destacan: la Universidad Nacional de México (UNAM) que tiene 500.000 de
estudiantes; la Universidad de Sao Pablo y la Universidad Estatal de Campinas
en Brasil con 75,000 y 14,000 estudiantes respectivamente; la Universidad de
Chile, 28,000; la Universidad de Buenos Aires, 310,000. En los rankings solo
destaca una universidad privada, es la Universidad Católica de Chile.
¿En qué puesto
están las universidades públicas o privadas del Perú? Pues búsquelas, yo no las
he encontrado entre las primeras 100 mejores universidades de Latinoamérica.
El
archi-corrupto presidente Fujimori, supo bien cómo destruir las universidades
nacionales que, si es verdad en un tiempo fueron refugio de senderistas, más lo
fueron como foco de protestas por la corrupción escandalosa de su gobierno. El
descarado Fujimori con el aplauso enfervorecido del poder económico y de la
prensa encontró una veta para hacer ricos a sus amigos al dar una ley por la
que se autorizaba crear universidades
con propósito de lucro para, decía, mejorar la educación universitaria. Esta
ley es insólita, descarada y estúpida, no hay ningún país en el mundo que tenga
una ley igual. Ni Harvard, Princeton o el MIT, por mencionar las universidades
privadas más reputadas del mundo, tienen propósito de lucro. En todo caso
actúan como fundaciones, como grandes ONG y no como negocio. En estas universidades
no se reparten utilidades ni beneficios, ni pagan millonarios sueldos a sus
rectores tal como los que reciben rectores de las universidades privadas del
Perú (ver Filípica anterior).
Me da asco
seguir argumentando algo tan miserable como tener que defender la educación
pública universitaria y atacar a los que creen tener derecho de hacerse ricos
explotando la veta de oro de la educación universitaria. Que sigan los peruanos
creyendo que las universidades nacionales son malas y que las privadas son las
mejores. Total, los peruanos no protestan porque todavía creen que sus gobiernos
son los únicos responsables de lo que sucede, y que su cerveza es la mejor del
mundo.