¿Quién era esa mujer a
la que se le rindió un inolvidable y conmovedor homenaje en el abarrotado Teatro
La Latina el pasado lunes 29 de octubre?
No era una artista de moda, ni
dramaturga de renombre, ni coreógrafa de prestigio y sin embargo atrajo la máxima
admiración y cariño de todos los “teatreros” que tuvimos la suerte de
conocerla.
En este mundo de
rutilantes vedettes y efímero famoseo en el que nos ha tocado vivir, conocer a Kathleen López Kilcoyne fue un
grito de esperanza y optimismo en el ser humano. No todo está perdido, parecía trasmitir su
personalidad, hay que tener esperanza en el otro.
En Kathy veías a alguien genuinamente interesada por ti que siempre
se alegraba de verte. No importaba si la encontrabas en el metro, en una cafetería
o un bar, ella invariablemente mostraba esa calidez humana tan ausente en el
caos de la modernidad.
Debía ser agotador su
trabajo como subdirectora de la productora de teatro Pentacion, propietaria de
dos importantes teatros en Madrid y con una
enorme red de distribución teatral en España.
Su agenda no tenía horas ni días de descanso, ella vivía a tope, sin
embargo cuando acudías a ella todo se paralizaba a su alrededor, tú eras su
persona más importante y solucionaba el asunto con una naturalidad pasmosa. Y
eso lo hacía porque a base de conocimientos y dedicación llegó a conocer los
entresijos del teatro y las peculiaridades de su gente.
Todo esto se testimonió
en el teatro La Latina mediante las palabras de actrices (Concha Velasco y Lola
Herrera), técnicos y ejecutivos de Pentacion, amigos, familiares y hasta la
enfermera de Cuidados Paliativos del Hospital 12 de Octubre dio cuenta de su
integridad moral, alegría y valor. Kathy falleció luego de 2 años y medio de lucha
contra el cáncer. Tenía solo 54 años.
Los recuerdos relatados
por los participantes nos conmovieron y
a la vez sirvieron para apreciar una vez más todo lo que un ser como Kathy
puede influir en tu vida. Aunque no lleguemos nunca a su nivel, creo que mostró
un camino sobre el que deberíamos
reflexionar.
Los emotivos testimonios
finales de Jesús Cimarro, presidente de Pentacion, y de Ana Labordeta, viuda de
Kathy, llegaron al corazón de los asistentes y nos hicieron salir del teatro cavilando
sobre ¿qué es lo que nos hace ser buenas
personas?
Gracias querida Kathleen
López Kilcoyne por el ejemplo que has dejado.
Descansa en paz.
Herbert
Madrid 30 de octubre de
2018
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