Sobre Cipriani
digo en mi libro –TODOS CONTRA LA VERDAD–: “…
su declaración de que los derechos humanos son una cojudez no tiene tanta
importancia, tampoco que respaldara el indulto que dio Fujimori al grupo
Colina, o que en su despacho en Ayacucho hubiera un letrero que decía “aquí no
se aceptan reclamos sobre derechos humanos”, o su empeño por menospreciar y
acosar el trabajo de los jesuitas durante el “conflicto armado” incluyendo el
llamar “terrorista” a un jesuita por enseñar en la Universidad Nacional San
Cristóbal de Huamanga. Ni siquiera me parece importante que se haya opuesto a
la creación del Museo de la Memoria, o que pidiese el indulto de su protector
Fujimori. No, nada de las estupideces que hizo o dijo me parecen tan miserables
como el haber callado, protegido y encubierto los miles de asesinatos, torturas
y violaciones cometidos en sus narices y de las que seguramente estaba enterado
como lo estaba todo el pueblo de Ayacucho. Eso sí le condena a una paila del
infierno que Dante reservó a los malos sacerdotes. Callar crímenes es muchísimo
peor que insultar.”
Cuando escribí
ese libro desconocía otra faceta más venal de este cardenal fujimorista. La
revista Caretas de esta semana comenta el libro de la respetada periodista
italiana María Antonieta Calabró que incluye al cardenal Cipriani en la lista
de depositarios, muchos de ellos mafiosos, que tenía el oscuro Banco del
Vaticano (IOR) actualmente bajo investigación ordenada por el Papa Francisco.
Pues bien, la
nueva dirección del IOR pidió a sus clientes que aclarasen el origen de sus
fondos. ¿Y qué hizo Cipriani? Pues lo que ustedes se imaginan: ¡Retiró sus
depósitos!
No dice el
informe a dónde se los llevó. ¿Los habrá traído al Perú? ¿O se los habrá
llevado a un paraíso fiscal, a la isla Gran Caimán por ejemplo?
Hay más
preguntas que saltan inmediatamente:
· Cuál es el origen de esa suma sin duda
millonaria, porque si fueran pocos soles no se hubiera dado el trabajo de
sacarla del país.
· ¿Se los habría dado Montesinos o Fujimori?
· ¿Habrá declarado esos depósitos y sus
correspondientes intereses a la Sunat?
Creo que es un
deber del Estado ordenar una inmediata investigación de la fortuna de este
cardenal corrupto y cómplice del genocidio cometido por las FFAA en Ayacucho.
También la
sociedad debería exigir transparencia a este deslenguado cardenal enemigo de los derechos humanos y adorador del
becerro de oro. Uff…
Herbert Morote
23 de octubre de
2014
Si se lo llevo a medianoche la custodia del Templo de Santo Domingo de Ayacucho y para acallar al sacerdote encargado de esa época lo mando a Andahuaylas - Apurímac. Dicha custodia de mas de 1 metro de oro puro y piedras preciosas ¿Dónde está ahora?, No habla el ladrón Ciprianni al respecto hasta ahora. Al margen de que muchos ayacuchanos comentan el cambio de imágenes antiguas por burdas copias y desaparición de muchas de ellas, desaparición de regalos de oro y plata dados por los fieles a muchos santos de su devoción y otros tesoros que habían en muchos templos de Ayacucho, las cuales hasta ahora no tienen inventario alguno y solo el recuerdo de la gente mayor que vio muchas cosas y ahora ni saben donde está ni que pasó con ellos. Este impresentable jodió Ayacucho y aquí nadie lo quiere, ¿dónde se vio que un representante de la iglesia cerraba la calle Grau para dormir y custodiado por el ejército?, mandó cortar las palmeras del parque Sucre con ayuda del alcalde de entonces y muchos tesoros de los templos fueron saqueados. Así que este hipócrita jamás debe volver a Ayacucho y más bien debe hablar donde están esos tesoros, la custodia de Santo Domingo y muchos otros.
ResponderEliminarSaludos y ojalá esclarezcan estos casos.